miércoles, 26 de abril de 2006

 

Welcome to the Hotel Infernus

Joder. Después de lo bien que me lo pasé el fin de semana, toca encontrarse con la cruda realidad.

Esta gente a la que damos servicio son unos perros explotadores sin escrúpulos. Resulta que esta semana, como no quedaban plazas en los hoteles normales (y dentro de los normales aceptamos pulpo e incluyo al Accenture), en vez de tirar por lo alto, como sería normal y haría cualquier agencia de viajes que se precie, tiran por lo bajo.

Nos enviaron a un hotel de carretera, a 10 millas de Milton Keynes. El susodicho se llama Comfort Inn. Y es tan sumamente cutre que ni los viejos camioneros sajones van ahí a liberar tensiones con señoras de alquiler.

Tras pasar una noche (cosa que nunca debí haber llegado a hacer, pero ya era tarde cuando llegamos y estábamos cansados), hicimos check-out del hotel y salimos de allí despavoridos.

Para que os hagáis una idea, hete aquí la descripción del local que envié a mi superior para describir la queja:
"El Comfort Inn está situado a unas 10 millas de Milton. Las habitaciones no son tan pequeñas como las del Accenture, pero las condiciones higiénicas dejan mucho que desear.

En mi caso la moqueta estaba pegajosa y estaba visiblemente sucia. Al entrar a la habitación huele a cerrado.

No hay armario, sino una barra con cuatro perchas y estantería de 4 baldas.

La bañera está sucia y la cortina de ducha también. La cisterna del WC no funciona correctamente y hay que tirar varias veces. Diego tuvo problemas con el agua caliente (aunque esto sí puede ser algo puntual).

El colchón es de baja calidad y demasiado duro. Almudena se encontró pelos en las sábanas, y tanto las de ella como las de Diego y las mías estaban arrugadas. Mi manta estaba manchada de algo que parecía sudor seco.

La calefacción de las habitaciones es eléctrica y tengo entendido que no funciona demasiado bien (yo no la he usado).

El desayuno es bastante pobre en cuanto a calidad y variedad (English breakfast o desayuno continental).

Creo que en general estas son nuestras quejas, El hotel es bastante insalubre, incómodo y alejado.
"

Esta descripción se escaló a los superiores de mi empresa, y éstos a su vez la hicieron llegar a un responsable de la empresa a la que doy servicio.

Por de pronto yo me fui a dormir a casa de unos compañeros, a su sofá, que es harto mejor que esa bazofia de cuchitril. Para más inri, la empresa a la que damos servicios nos comentó que el hotel ya está pagado, y que no se permite cancelar la reserva. Como reacción a esa indignante actitud hubo algún diálogo entre mis superiores y el jueves volveré al Hilton. Algo es algo, aunque solo sea una noche...

En fin, esto me ha enseñado a imaginarme de dónde vienen los enormes beneficios de esta mega-empresa. Espero que la mía se plante, vuelva a hacerse cargo del alojamiento de sus empleados y las cosas vuelvan a su sitio.

No somos animales, somos personas, y venimos aquí a trabajar, no a vomitar.
Hostia puta ya.

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lunes, 24 de abril de 2006

 

Un weekend en London

¡¡Buenaaaasssss!!

Ya estamos de vuelta. Ha sido mi primer fin de semana en la city (aunque ya había estado antes), y he disfrutado como un jodío enano. Así que procederé a contaros mi experiencia, que espero que le sirva a alguno que os queráis venir un fin de semana.
Pues sí, no sé qué tiene esta jodía ciudad, que me encanta. El viernes por la tarde estuvimos dando un rulito por Regent's Park, donde tienen unos paseos ajardinados muy curiosos, y unos estanques con sauces llorones muy bucólicos.

Desde ahí nos cogimos un billete de autobús y nos chupamos un atasco monumental hasta llegar a la zona de Aldgate - Tower Hill, por cierto, el paseo en bus no sé deciros si es bonito o no, porque según me subí me tronché y recuperé fuerzas con Morfeo... ¿Por qué fuimos ahí? Sencillo. Un poquito más hacia el río se pueden encontrar los St. Katharine Docks, una zona desconocida para los turistas, pero muy curiosa de ver. Además, en los mismos muelles hay un pub, llamado Dickens donde hay un ambiente muy agradable para tomar unas pintas o cenar una pizza con vistas al Tower Bridge.

Luego cruzamos el río y paseamos desde el Puente de la Torre hasta las Houses of Parliament, haciendo diversas paradas técnicas en varios pubs... El caso es que durante el paseo, que hay que reconocer que fue largo, nos encontramos con una ciudad tranquila, cool, con clase, monumental, y por la que es agradable pasear. Exactamente lo contrario que me pasó con París. Siguiendo la orilla del río, nos encontramos con la Southwark Cathedral, una catedral bastante curiosa de ver, pequeñita pero muy cuca.

Seguimos, y, dejando atrás el London Eye, la famosa noria de Londres, atravesamos el Westminster Bridge para llegar a las Houses of Parliament, con el famoso Big Ben y a la abadía de Westminster. Desde ahí subimos a Picadilly, donde cogimos un bus que nos llevó al hotel. Es un paseo nocturno muy recomendable.
Al día siguiente, sábado, nos fuimos a ver el cambio de guardia en el Buckingham Palace, y fue muy curioso cuando la banda de la Queen's Guard interpretó un pasodoble, el España Cañí, si no me falla la memoria. Desde ahí nos dirigimos a Westminster, donde nos hicimos las típicas fotos, decidimos no entrar a los monumentos para hacerlo cuando nos fuesen a ver nuestros respectivos amigos, y cogimos un bus hacia la catedral de Saint Paul. Recomendable de ver por fuera, pero no os dejéís las 9 pounds que cuesta entrar (yo no me las dejé y no me arrepiento). Desde St. Paul cruzamos el río y nos dimos una vuelta por la Tate Modern. Merece la pena entrar, aunque solo sea por las vistas y porque es gratis.

Desde allí cogimos el metro, hasta Greenwich, que esta gente pronuncia /Grinich/. Esa zona es muy buena para ver, es como un pueblecito pesquero en medio de la city, y tiene un parque bastante animado en el que pasar un rato tomando un sandwich. Además, ahí tenéis el observatorio con el famoso meridiano que los hijos de la Gran Bretaña nos robaron de Cádiz años ha...

Tras un descanso en el hotel, nos dispusimos a hacer lo que mejor se puede hacer en Londres: ir de pubs. Nos bajamos a Picadilly, a un sitio que se llama Waxy O'Connor (no confundir con Waxy's Little Sister), en la perpendicular a Conventry St. nada más pasar el centro Trocadero. Allí conocimos a unos chavales italianos y una chica inglesa, que hablaban los 3 un perfecto castellano. Es curioso cómo la gente se puede cruzar con personajes tan agradables. El chico italiano, que vive en Londres, se ofreció después a acompañarnos de juerga, y nos llevó a una disco australiana que estaba muy bien (ah, 8£ solo por entrar, lo normal), la Walkabout, por el Soho, donde nos encontramos con otro compañero de curro. El mundo es un puto pañuelo lleno de mocos, cada día me parezco más a mis colegas Óscar y Carranza...

Al día siguiente, totalmente decrépitos, nos fuimos al Camdem Town market. Es la caña, es para verlo, cosas curiosísimas, sobre todo una tienda techno llamada Cyberdog. A esa tienes que ir, Osquitar... Lo malo de Camden es que es caro de pelotas, pero bueno, aún así siempre se puede regatear, y me llevé un jersey/forro polar por 15 libras menos de lo que pedía el tío (un regate que ni el Ronaldinho ese).

Por la tarde fuimos al British, pero estábamos tan sumamente jodidos, que, aprovechando que ya lo habíamos visto en otro viaje, cambiamos de tercio y nos piramos a casa de Carlo (el italiano del sábado) a tomarnos unas pintas con él y sus amigos. Después, acabamos tomando otra en Waterloo, y nos fuimos a cenar al hotel.

En fin, un fin de semana de los de recordar. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Y en breve, Copenhague...

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viernes, 21 de abril de 2006

 

Going de fiestorro

¡¡Bueno bueno bueno!!

Ayer salí por primera vez de marcha por aquí, por Milton Keynes. Resulta que esta ciudad no está tan muerta como parecía.

En el centro de la ciudad está aquel centro comercial de que os hablé, y tiene un par de garitos majetes y una discoteca que es así como inmensa.

Comenzamos la noche en uno de esos dos garitos, el Revolution. Nada más entrar, divisamos a un par de perracas, rubias de esas que a mi amiga Icíar le caen tan bien...

Según nos acercamos a la barra, una de ellas empieza a restregar su trasero contra mi pelvis y cadera, y, como uno no está acostumbrado a tales bienvenidas, pensé que era de pago y procedí a pasar de ella y a pedir mi bebida (por cierto, Jack Daniel's Cola por 3'5£).

La musica, de lujo, housito de ese que me mola tanto, el sitio, cuidado y modernista, y la planta de arriba, otro ambiente. Al rato subimos a ella, y, en una de estas, hallábame yo apoyado contra la pared, cuando el mismo peacho guayabo pasa a mi lado, mostrándome cuán firme tenía su seno izquierdo masajeando con él mi brazo. A estas alturas, cuando yo ya estaba flipándolo en colores, la tía se da la vuelta, me agarra del cuello, y sin decirme una palabra me planta un besito blandito de los que molan. Y luego va la tía y se pira. Pues sí, tiene que ser de pago, pensé yo, ante el asombro de mis compañeros. Que una chica me haga eso sin lanzar mi mirada zoolander del tigre no es normal.



Al rato nos encontramos con otro compañero, que lleva aquí más tiempo, y me confirmó que no era de pago, que aquí esa forma de conocerse es bastante normal, que el método español aquí no funciona y que hay que ir a saco. Me tendré que acostumbrar a eso...

Una vez acabada la copa, nos fuimos al Oceana. Joer qué discoteca, nenes. Enorme, con varias plantas, pijilla, nada cara y musiquita bastante decente. Y tres cuartos de lo mismo. Nada más entrar, cuando estamos dejando los abrigos (sí, aquí se usan, aunque ya sé que España os habéis despedido de ellos hasta el año que viene), mis compañeros me presentan a dos chicas, y una de ellas me dice que es el cumpleaños de la otra (otro monumento de mujer, por cierto). Pues nada, uno que es educado le da el happy birthday a la niña, y ella me lo agradece con un beso en los morros. Qué país...

El resto de la noche fue bastante monótona, más de lo mismo, así que no me extenderé y solo os diré que los garitos aquí (Oceana incluído) chapan a las 3am, y luego no hay nada que hacer más que irse a la camita a dormir (o a hacer otras cosas...).

Como resumen: para ser el primer día que salí por una ciudad aparentemente muerta, me lo pasé como un jodío enano, y el señor Supercoco se fue a dormir aprendiendo algo más de la vida y de las culturas extranjeras.

PS.: Eso sí, esta mañana, después de dormir 4 horas, lo he pagado, que conste.

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miércoles, 19 de abril de 2006

 

Un problema con la cremallera

¿Conocéis la ley de Murphy? Sí hombre, esa que dice "todo lo que pueda salir mal, saldrá mal". Pues bien, no falla, la muy perra.

Este va a ser el primer fin de semana que me quede en Londres, así que he tenido que preparar la maleta con 9 camisas, ropa informal suficiente, extra de gayumbos y de calcetines. 14 días sin volver a casa, con dos de mis trajes, porque si meto más la maleta revienta.

En esto que después de facturar el mates en Barajas, estamos esperando al embarque, y, por el mismo efecto psicológico extraño que me impide asistir a una sesión de cine sin aliviar aguas menores antes de, tuve que entrar en el lavatorio. Debe ser que como había desayunado esa mañana, al guardar a mi amigo el calvo con una brecha en la cabeza, mi ímpetu fue tal que me cargué la zipper, también llamada cremallera.
Estaréis pnsando que por qué no me cambié de pantalones en el momento. Muy sencillo, porque éstos estaban dentro de la maleta, la cual ya estaría en las tripas del avión en esos instantes.
La solución que adopté fue utilizar el chaquetón a modo de capote y llevarlo doblado en el brazo a una altura estratégica, mientras con gran dificultad sacaba la tarjeta de embarque y el DNI con mi mano izquierda.
En este momento debo agradecer a mi compañera Almudena su solidaridad para conmigo al ir a buscar un pequeño imperdible, el cual me coloqué (espero que sin ser visto por nadie) al subir al avión. El caso es que esto tampoco me sacó del apuro, pues un imperdible pequeño no puede cerrar una bragueta de 10 centímetros...

Una vez llegué a Milton, me cambié de pantalones (ahora ya sí), y dejé la reparación de la cremallera para cuando llegase al hotel.
Después de esa noche me considero un machote. Con una cuchilla de afeitar, mis dientes, y un imperdible, logré dentar la cremallera de nuevo, sacrificando un par de dedos y unos dientes (valga la redundancia) de la misma. Eso sí, aún no me he vuelto a poner esos pantalones, mañana toca. Y tocará con mucho tacto, porque como se vuelva a salir, las voy a pasar canutas...

Pues eso, que si alguna vez os vais por un viaje de 15 días, tened en cuenta que algo os pasará en la ropa, y acordaos del amigo Supercoco, quien un día recomendó que os llevaseis el género duplicado.

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viernes, 7 de abril de 2006

 

La puta huelga de controladores

Pues sí. Los putos franceses. Ya tocaba que me jodiesen vivo, incluso sin querer tener nada que ver con ellos.

Resulta que ayer, esperando en la terminal de salidas de Luton, a la hora en la que debían poner la salida para Madrid, cascan en los monitores un Last call - Gate 18.
Nosotros, extrañados, vamos a la puerta de embarque, y cuál es nuestra sorpresa cuando nos encontramos con un cámara de televisión filmando nuestras caras de idiotas cuando el tipo de Easyjet nos dice que se cancela el vuelo por la huelga en Francia. Resulta que tres de los compañeros que viajaban conmigo tenían que coger un vuelo a Argentina desde Madrid, uno de ellos esa misma noche.

Pues bien, ya sabéis cómo funciona esto de la Ley de Murphy. Vuelo cancelado, y no hay más vuelos hasta el día siguiente. Pasamos a recoger nuestras maletas, llamamos a la agencia de viajes de la empresa (no a la nuestra, sino para la que hacemos el trabajo allí) para que nos cambien los vuelos, y, oh sorpresa, no hay plazas para los primeros vuelos de Easyjet del día siguiente.

Pedimos a la empresa que nos cambie el vuelo a uno de la British o de Iberia, y nos dicen que la política de su empresa se lo prohibe. Tras intensas negociaciones, conseguimos un vuelo para primera hora de la mañana, en el que irían los compañeros que se iban a Argentina, y otro para un poco más tarde, desde Gatwick (a hora y media de Luton), para el resto.

Solo nos quedaba entonces buscar alojamiento para esa noche. Pues bien, las chicas de la agencia de viajes nos dicen que la política es que nos tienen que dar habitación en Milton Keynes. Nos negamos rotundamente, y al final nos dan un hotel cerca del aeropuerto de Gatwick.

Puto hotel. ¡¡MENUDO PEDAZO DE MIERDA DE HOTEL!! No voy a describir lo que había en mis sábanas y bajo ellas, porque superaría a mi ya famoso artículo de los labavos, y aún os aprecio a los que me leéis... Pedimos la cena, un sandwich de beef con horseadish (no preguntéis qué es, no lo sé), y tenía mostaza inglesa. Esa que pica poco, pero se te mete en las tochas y molesta bastante.

El caso es que al fin esta mañana hemos volada a Madrid en clase preferente de British Airways, y es un pedazo de lujo. Lo malo es que uno de los chavales que volaba desde Luton con Easyjet, al parecer no tenía bien reservado el vuelo. A ver si tiene suerte y le dan algo, para poder irse a Argentina.

Cabrones...

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sábado, 1 de abril de 2006

 

Mi primer gol con la comida

Putos noodles...

Ni las salsas mortales, ni los extraños vegetales, ni los desayunos de la muerte, ni el café aguachirri que sirven allí, ni los jueves del Curry...

No, lo que me venció fueron unos jodíos espaguetis para vegetarianos. Toda la tarde yéndome por la patilla, reproduciendo esos sonidos que describí en mi artículo de los lavabos.

Hay que joderse...

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El (infame) hotel Accenture (II)

Dicen que es de sabios rectificar, y yo no sé si seré sabio, pero al menos me considero justo.

Por esa razón, tras pasar mi segunda semana en el Accenture, debo añadir algunas cosas buenas a mi artículo de la semana pasada. Para empezar, parece ser que por algún oscuro motivo nos cambiaron de ala, y nos llevaron a la Kingfisher House (la casa del rey pescador). Este ala se encuentra más apartada aún de la de la semana pasada, y, para colmo, no hay pasillito que valga, se trata de un paseo al aire libre.

Lo positivo, esta semana casi no ha hecho frío, y el paseíto se agradecía. La habitación además era sensiblemente mejor. El colchón no te comía, y el edredón era bastante mejor, además de estar más limpia en general. Eso sí, el armario seguía igual de canijo.

Pero lo mejor han sido las instalaciones deportivas. Debido al curro, solo he podido catarlas un día (que salí antes porque tenía la pelotita como un balón de Nivea, como diría mi amigo el vasco). Peacho piscina pa un hotel, nenes. Me hice unos cuantos largos, comprobando que mi hombro sigue jodido después de aquel percance de este verano, y después me metí en la sala de vapor, a respirar humo mentolado a 60º un ratito. Para el que no lo haya probado, es mano de santo.

Después de unos minutos en la sala de vapor, me metí en el jacuzzi, aunque esta gente lo llama whirlpool. La caña. Grande. Gigante. Inconmensurable. Cómo mola un bicho de esos. Cuando decidí que ya estaba lo suficientemente masajeado, me di otro chapuzón en la piscina, a hacerme otra serie de largos, para luego meterme en la sauna. Calor seco a casi 100º. Si os digo la verdad, esa sensación que da de tu propia lengua asándose dentro de tu boca mientras parece que respiras bolliscas no es muy agradable.

El caso es que volví a la habitación matao. A duras penas conseguí hacerme un par de sandwiches de mis adorados pamplonica y salchichón, y me fui al catre.

Al día siguiente, al curro completamente nuevo y la piel limpita, limpita. A ver cuándo voy a que me den un masaje, que también los dan, o a darme una paliza con las máquinas de pesas.

Jeje, si al final me va a gustar aquello y todo...

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