lunes, 24 de abril de 2006
Un weekend en London
¡¡Buenaaaasssss!!
Ya estamos de vuelta. Ha sido mi primer fin de semana en la city (aunque ya había estado antes), y he disfrutado como un jodío enano. Así que procederé a contaros mi experiencia, que espero que le sirva a alguno que os queráis venir un fin de semana.
Pues sí, no sé qué tiene esta jodía ciudad, que me encanta. El viernes por la tarde estuvimos dando un rulito por Regent's Park, donde tienen unos paseos ajardinados muy curiosos, y unos estanques con sauces llorones muy bucólicos.
Desde ahí nos cogimos un billete de autobús y nos chupamos un atasco monumental hasta llegar a la zona de Aldgate - Tower Hill, por cierto, el paseo en bus no sé deciros si es bonito o no, porque según me subí me tronché y recuperé fuerzas con Morfeo... ¿Por qué fuimos ahí? Sencillo. Un poquito más hacia el río se pueden encontrar los St. Katharine Docks, una zona desconocida para los turistas, pero muy curiosa de ver. Además, en los mismos muelles hay un pub, llamado Dickens donde hay un ambiente muy agradable para tomar unas pintas o cenar una pizza con vistas al Tower Bridge.
Luego cruzamos el río y paseamos desde el Puente de la Torre hasta las Houses of Parliament, haciendo diversas paradas técnicas en varios pubs... El caso es que durante el paseo, que hay que reconocer que fue largo, nos encontramos con una ciudad tranquila, cool, con clase, monumental, y por la que es agradable pasear. Exactamente lo contrario que me pasó con París. Siguiendo la orilla del río, nos encontramos con la Southwark Cathedral, una catedral bastante curiosa de ver, pequeñita pero muy cuca.
Seguimos, y, dejando atrás el London Eye, la famosa noria de Londres, atravesamos el Westminster Bridge para llegar a las Houses of Parliament, con el famoso Big Ben y a la abadía de Westminster. Desde ahí subimos a Picadilly, donde cogimos un bus que nos llevó al hotel. Es un paseo nocturno muy recomendable.
Al día siguiente, sábado, nos fuimos a ver el cambio de guardia en el Buckingham Palace, y fue muy curioso cuando la banda de la Queen's Guard interpretó un pasodoble, el España Cañí, si no me falla la memoria. Desde ahí nos dirigimos a Westminster, donde nos hicimos las típicas fotos, decidimos no entrar a los monumentos para hacerlo cuando nos fuesen a ver nuestros respectivos amigos, y cogimos un bus hacia la catedral de Saint Paul. Recomendable de ver por fuera, pero no os dejéís las 9 pounds que cuesta entrar (yo no me las dejé y no me arrepiento). Desde St. Paul cruzamos el río y nos dimos una vuelta por la Tate Modern. Merece la pena entrar, aunque solo sea por las vistas y porque es gratis.
Desde allí cogimos el metro, hasta Greenwich, que esta gente pronuncia /Grinich/. Esa zona es muy buena para ver, es como un pueblecito pesquero en medio de la city, y tiene un parque bastante animado en el que pasar un rato tomando un sandwich. Además, ahí tenéis el observatorio con el famoso meridiano que los hijos de la Gran Bretaña nos robaron de Cádiz años ha...
Tras un descanso en el hotel, nos dispusimos a hacer lo que mejor se puede hacer en Londres: ir de pubs. Nos bajamos a Picadilly, a un sitio que se llama Waxy O'Connor (no confundir con Waxy's Little Sister), en la perpendicular a Conventry St. nada más pasar el centro Trocadero. Allí conocimos a unos chavales italianos y una chica inglesa, que hablaban los 3 un perfecto castellano. Es curioso cómo la gente se puede cruzar con personajes tan agradables. El chico italiano, que vive en Londres, se ofreció después a acompañarnos de juerga, y nos llevó a una disco australiana que estaba muy bien (ah, 8£ solo por entrar, lo normal), la Walkabout, por el Soho, donde nos encontramos con otro compañero de curro. El mundo es un puto pañuelo lleno de mocos, cada día me parezco más a mis colegas Óscar y Carranza...
Al día siguiente, totalmente decrépitos, nos fuimos al Camdem Town market. Es la caña, es para verlo, cosas curiosísimas, sobre todo una tienda techno llamada Cyberdog. A esa tienes que ir, Osquitar... Lo malo de Camden es que es caro de pelotas, pero bueno, aún así siempre se puede regatear, y me llevé un jersey/forro polar por 15 libras menos de lo que pedía el tío (un regate que ni el Ronaldinho ese).
Por la tarde fuimos al British, pero estábamos tan sumamente jodidos, que, aprovechando que ya lo habíamos visto en otro viaje, cambiamos de tercio y nos piramos a casa de Carlo (el italiano del sábado) a tomarnos unas pintas con él y sus amigos. Después, acabamos tomando otra en Waterloo, y nos fuimos a cenar al hotel.
En fin, un fin de semana de los de recordar. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Y en breve, Copenhague...
Ya estamos de vuelta. Ha sido mi primer fin de semana en la city (aunque ya había estado antes), y he disfrutado como un jodío enano. Así que procederé a contaros mi experiencia, que espero que le sirva a alguno que os queráis venir un fin de semana.
Pues sí, no sé qué tiene esta jodía ciudad, que me encanta. El viernes por la tarde estuvimos dando un rulito por Regent's Park, donde tienen unos paseos ajardinados muy curiosos, y unos estanques con sauces llorones muy bucólicos.
Desde ahí nos cogimos un billete de autobús y nos chupamos un atasco monumental hasta llegar a la zona de Aldgate - Tower Hill, por cierto, el paseo en bus no sé deciros si es bonito o no, porque según me subí me tronché y recuperé fuerzas con Morfeo... ¿Por qué fuimos ahí? Sencillo. Un poquito más hacia el río se pueden encontrar los St. Katharine Docks, una zona desconocida para los turistas, pero muy curiosa de ver. Además, en los mismos muelles hay un pub, llamado Dickens donde hay un ambiente muy agradable para tomar unas pintas o cenar una pizza con vistas al Tower Bridge.
Luego cruzamos el río y paseamos desde el Puente de la Torre hasta las Houses of Parliament, haciendo diversas paradas técnicas en varios pubs... El caso es que durante el paseo, que hay que reconocer que fue largo, nos encontramos con una ciudad tranquila, cool, con clase, monumental, y por la que es agradable pasear. Exactamente lo contrario que me pasó con París. Siguiendo la orilla del río, nos encontramos con la Southwark Cathedral, una catedral bastante curiosa de ver, pequeñita pero muy cuca.
Seguimos, y, dejando atrás el London Eye, la famosa noria de Londres, atravesamos el Westminster Bridge para llegar a las Houses of Parliament, con el famoso Big Ben y a la abadía de Westminster. Desde ahí subimos a Picadilly, donde cogimos un bus que nos llevó al hotel. Es un paseo nocturno muy recomendable.
Al día siguiente, sábado, nos fuimos a ver el cambio de guardia en el Buckingham Palace, y fue muy curioso cuando la banda de la Queen's Guard interpretó un pasodoble, el España Cañí, si no me falla la memoria. Desde ahí nos dirigimos a Westminster, donde nos hicimos las típicas fotos, decidimos no entrar a los monumentos para hacerlo cuando nos fuesen a ver nuestros respectivos amigos, y cogimos un bus hacia la catedral de Saint Paul. Recomendable de ver por fuera, pero no os dejéís las 9 pounds que cuesta entrar (yo no me las dejé y no me arrepiento). Desde St. Paul cruzamos el río y nos dimos una vuelta por la Tate Modern. Merece la pena entrar, aunque solo sea por las vistas y porque es gratis.
Desde allí cogimos el metro, hasta Greenwich, que esta gente pronuncia /Grinich/. Esa zona es muy buena para ver, es como un pueblecito pesquero en medio de la city, y tiene un parque bastante animado en el que pasar un rato tomando un sandwich. Además, ahí tenéis el observatorio con el famoso meridiano que los hijos de la Gran Bretaña nos robaron de Cádiz años ha...
Tras un descanso en el hotel, nos dispusimos a hacer lo que mejor se puede hacer en Londres: ir de pubs. Nos bajamos a Picadilly, a un sitio que se llama Waxy O'Connor (no confundir con Waxy's Little Sister), en la perpendicular a Conventry St. nada más pasar el centro Trocadero. Allí conocimos a unos chavales italianos y una chica inglesa, que hablaban los 3 un perfecto castellano. Es curioso cómo la gente se puede cruzar con personajes tan agradables. El chico italiano, que vive en Londres, se ofreció después a acompañarnos de juerga, y nos llevó a una disco australiana que estaba muy bien (ah, 8£ solo por entrar, lo normal), la Walkabout, por el Soho, donde nos encontramos con otro compañero de curro. El mundo es un puto pañuelo lleno de mocos, cada día me parezco más a mis colegas Óscar y Carranza...
Al día siguiente, totalmente decrépitos, nos fuimos al Camdem Town market. Es la caña, es para verlo, cosas curiosísimas, sobre todo una tienda techno llamada Cyberdog. A esa tienes que ir, Osquitar... Lo malo de Camden es que es caro de pelotas, pero bueno, aún así siempre se puede regatear, y me llevé un jersey/forro polar por 15 libras menos de lo que pedía el tío (un regate que ni el Ronaldinho ese).
Por la tarde fuimos al British, pero estábamos tan sumamente jodidos, que, aprovechando que ya lo habíamos visto en otro viaje, cambiamos de tercio y nos piramos a casa de Carlo (el italiano del sábado) a tomarnos unas pintas con él y sus amigos. Después, acabamos tomando otra en Waterloo, y nos fuimos a cenar al hotel.
En fin, un fin de semana de los de recordar. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Y en breve, Copenhague...
Etiquetas: viajes