sábado, 25 de marzo de 2006

 

El (infame) hotel Accenture

Hola a todos. Llevaba ya casi una semana sin daros nuevas de mis periplos anglosajones, y en esta ocasión diferiré un poco el tono de anteriores artículos.

Hoy hablaré de hoteles. Resulta que hasta hace unas semanas, mi empresa nos reservaba el Holiday Inn, y, en caso de no haber plazas, nos mandaban al Hilton o al Novotel. Es decir, hoteles. No espectaculares, pues ya sabéis lo que significa salir de España, pero hoteles confortables al fin y al cabo. Bien, hace poco la política cambió, y la empresa a la que estamos dando servicio pasó a hacerse cargo de la reserva de hoteles. Quizá por una política de recortar gastos, o tal vez por una política de recortar gastos, el caso es que otro hotel apareció en escena: El Accenture Training Center, en Swallow House, Kents Hill Park.

Como veis, ya solo mirando en el nombre, no aparece la palabra "Hotel" por ninguna parte. Y en efecto, porque el garito es más una residencia de estudiantes que otra cosa. Nada más entrar a recepción, uno puede se puede deleitar el olfato con la inconfundible esencia de la comida inglesa de rancho. Supongo que eso de poner la cocina y el comedor a 3 metros de la recepción es alguna idea innovadora para levantar el apetito de los huéspedes. Claro, que como esos huéspedes no sean Carpanta y sus colegas, no sé a quién pelotas va a abrir el apetito ese asqueroso olor...

Supongo que debido a que la comida huele un poco a guano (yo no la he probado, pero mis compañeros sí, y dicen que es así), tienen la humanidad de cortar las cenas a las 21:00. Claro que si llegas después, solo te puedes consolar con unas patatas fritas de una máquina de vending o del bar, que me recuerda al que salía en Al salir de clase, por la edad media de los parroquianos. Ah, las chips las cobran como si las hubiese preparado la Schiffer con todo su cariño.

Así que uno llega al hotel, se le va la olla con la hora, y se queda sin cenar en el restaurante (bendito pan de molde, lomo ibérico y jamón serrano, ¡gracias mamá!). Pues nada, volvamos a la habitación. Resulta que, oh campos de soledad mustios collados, la habitación está en un edificio aparte de la recepción. Las amables (y decrépitas) recepcionistas te indican que hay un pasillo que conecta todos los edificios. Bien, el pasillo existe, pues lo vi con mis propios ojos. Pero lo debe haber diseñado Jean Michelle Jarre con sus juegos de luces, porque HACÍA UN FRÍO DE COJONES, tanto como en el exterior (la imagen corresponde a un desgraciado que se equivocó 3 veces de pasillo).

Bueno, uno llega por fin a su edificio, y ve que la puta puerta no se abre. Es automática.
Ves el sensor, pero está dentro. Recuerdas esos tiempos de jugador de aventuras gráficas, y ves que hay un palo con forma muy moderna a tu derecha. Ves que el llavero de las llaves de la habitación es también moderno, Usar llavero con palo, y ¡toma ya!, ¡la puerta se abre!

Por fin llego a mi habitación, la abro, y me encuentro en... ¡UN PUTO ZULO! veo que no tengo sitio para dejar la maleta, el armario es tan bajito que debió pertenecer a Willow, solo tengo perchas para colgar el abrigo (el cual arrastra por el suelo del armario), los dos trajes y dos camisas, la cama tiene un aspecto cuanto menos rancio, y hacía mucho tiempo que no veía un televisor de 13" en un hotel.

Resignado, me dispuse a afeitarme, y cual es mi sorpresa cuando veo que el espejo está situado a medio metro a la izquierda del lavabo. Sí, sé lo que estáis pensando, es absurdo, no hagáis preguntas.

Para colmo, no paras de oir durante la noche las conversaciones de los estudiantes borrachos que circulan por los pasillos, y al día siguiente me comentó un compañero que no le hicieron la cama, solo le extendieron el edredón sin colocar ni cambiar las sábanas. Otro compañero me comentó que le dieron una plancha del año de Puskas que le quemó una camisa. Parece ser que lo único bueno que tiene ese cuchitril es el gimnasio, pero creo que no compensa.

Ya lo sabéis: Accenture Training Center. Una joyita. Yo me quiero volver al Hilton, que ya me han dicho que Laure me echa de menos... Qué maja es la tía, y qué ojazos, y qué uniforme ceñidito más bien puesto, y... bueno, paro ya, ¡que me estoy poniendo malo!

Este martes voy a ver un piso. Dentro de poco puede que ya tenga casita y me olvide de check-ins y check-outs y de andar con la maleta p'arriba y p'abajo. Al fin podré invitar a los compañeros para que me enseñen a qué saben eso que llaman Palinkas...
¡¡Hasta pronto!!

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Comentarios:
Bueno, a ver si nos dejamos de mariconadas, buscamos casa, pasamos de palinkas y nos curramos esos ojazos en el nuevo apartamento, no?
 
Eso digo yo. A ver hablas de algún Cottage que te hallas pillado y donde podamos ir los que crees que somos tus amiguetes, si un tipo como tu pudiera tenerlos, a hacerte una visitilla.

Un beso negro...
 
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