martes, 26 de diciembre de 2006
Rabanero, Carranza & Alambres were here!
Pues sí, ya tenía yo ganas de verles por allí, los tres mosqueteros vinieron a verme al fin, y fue un fin de semana cojonudo!
Y precisamente acabo de caer que nunca he puesto la ruta que suelo hacer cuando estoy por Londres, así que, como ya dice el Rabanero en su artículo, voy a intentar reflejarla aquí (por cierto, su artículo me gustó mucho, es un peloteo en toda regla, pero joer, me llegó al alma...).
Bueno, ahí no está todo lo que suelo enseñar, e incluso sobran algunas cosas, pero hay que ponerlas para los que vayan a su rollo.
Bueno, vayamos por orden, que no todo fue London. Esta gente llegó el jueves, sin muchos retrasos, y nada más llegar les saqué por el Oceana, ya sabéis, la disco de Milton, donde empezaron a ver cómo iba el percal por allí, y alguno se quedó astonished con lo que vió...
El viernes cogimos el coche y nos fuimos a London. Aparcamos por St. John's Wood, para no pillar el Congestion charge, y nos fuimos en metro hasta Picadilly Circus, para que viesen la plaza más típica y comercial de la capital británica. Yo no me llevé la cámara, así que si queréis fotos, tendréis que mirarlas en el blog de Carranza.
Desde ahí nos dirigimos hacia Trafalgar Square, y luego hacia las Houses of Parliament, haciendo escala en un Red Lion para comer algo. Cruzamos el río por el puente de Westminster, vieron el London Eye, ese pedazo de noria gigante de la British Airways que te da unas vistas fabulosas de Londres, y seguimos andando por la orilla sur del río hasta Tower Bridge, pasando por la Tate Modern, siempre curiosa de ver, con su cafetería de la planta 7ª con unas vistas cojonudas a la catedral de St. Paul. De camino al Tower Bridge (prefiero decir esto que "Puente de la Torre", no me gustaría que un inglés llamase "Sungate" a nuestra plaza más típica...), también paramos a echar un vistazo por la desconocida y preciosa Southwark Cathedral, un templo anglicano cuya arquitectura exterior es una delicia para la vista.
Como íbamos con el tiempo pillado, decidimos no visitar ningún monumento emblemático por dentro, aunque yo recomendaría al menos subirse los 500 y pico escalones de St. Paul's y subir al Tower Bridge, que es un poco chorrada, pero no era caro y las vistas molan. Y además ves cómo hicieron el puente, que es muy curioso.
Una vez visto Tower Bridge, lo cruzamos y seguimos un pelín al este, donde están los St. Katharine Docks, unos muelles de gente con mucha pasta y un pub enorme llamado Dicken's, ideal para tomarse unas pintas y seguir camino. Camino que seguía al oeste, pasando por debajo del Tower Bridge y viendo la anexa Torre de Londres (Tower of London). De ahí, metro al coche, camino a Milton, duchazo, y derechos a Northampton, a que viesen cómo es la marcha en un típico pueblo inglés.
Y cómo va a ser, pues típica, un frío que te meas, y tías tiritando al sacar pasta, y no por sacar mucha, sino porque si voy yo solo en gayumbos ya llevaría más ropa que ellas... A las pobres les iba a dar una hipotermia, pero qué se le va a hacer, son así de perrillas, las pobres.
El sábado nos tomamos lo que quedaba de Londres con más calma, así que fuimos a ver Camden Town, ese mercadillo típico, donde se quedaron locos con la tienda de Cyberdog, y tras zamparnos unos crepes, fuimos a Buckingham Palace, la abadía de Westminster, las Houses of Parliament de nuevo con su Big Ben, que les gustó mucho de mirarlo, y luego agarramos un metro y un tren ligero (Docklands Railway) hasta "Cutty Sark for Maritime Greenwich".
Ahí tenéis el famoso barrio de Greenwich, con el archiconocido barco Cutty Sark (bueno, ahora está en restauración así que solo se puede ver el cascarón), el museo marítimo, al que nunca he ido y tengo muchas ganas, y el parque coronado por el Royal Observatory, marcando el meridiano 0 y las medidas oficiales de longitud británicas. De ahí, si vais de noche, tenéis una foto que es una auténtica pasada (cortesía de Rabanero).
También en Greenwich, en la calle que baja del parque, hay un pub típico que a mi me parece muy especial, por lo cuidado, lo acogedor, lo nada caro y el bienestar que da. No recuerdo el nombre, creo que era King's Crown, o algo así, pero si vais por ahí seguro que lo reconocéis a la primera.
Después volvimos hacia Picadilly, donde vieron su otra imagen, más famosa, la nocturna, y procedimos a salir de marcha, tras echar un vistazo a Leicester Square, Swiss Court y Chinatown. Fuimos por el Soho, al Waxy O'Connors, y cuando cerró nos fuimos a la Walkabout, en Covent Garden. Esos dos garitos me gustan bastante, el primero para empezar porque es enorme, se está bien y es curioso, y el segundo porque es una iglesia reciclada, donde suele haber rubias impresionantes que saben moverse como diosas...
A las 4am cogimos el coche y nos fuimos a Milton, al reposo del guerrero. El domingo fue de total relax, incursión al centro comercial y despedida del Rabanero y Alambres. Carranza se quedaría un día más y escribiría su propia historia, cómo no...
Pues eso fue todo, me alegré mucho de tenerles por casa, y espero que puedan volver pronto (yo de momento ya tengo el cupo de visitas cerrado hasta marzo...). ¡Espero que ellos disfrutasen con la visita como yo por recibirles!
See ya soon, mates!
Y precisamente acabo de caer que nunca he puesto la ruta que suelo hacer cuando estoy por Londres, así que, como ya dice el Rabanero en su artículo, voy a intentar reflejarla aquí (por cierto, su artículo me gustó mucho, es un peloteo en toda regla, pero joer, me llegó al alma...).
Bueno, ahí no está todo lo que suelo enseñar, e incluso sobran algunas cosas, pero hay que ponerlas para los que vayan a su rollo.
Bueno, vayamos por orden, que no todo fue London. Esta gente llegó el jueves, sin muchos retrasos, y nada más llegar les saqué por el Oceana, ya sabéis, la disco de Milton, donde empezaron a ver cómo iba el percal por allí, y alguno se quedó astonished con lo que vió...
El viernes cogimos el coche y nos fuimos a London. Aparcamos por St. John's Wood, para no pillar el Congestion charge, y nos fuimos en metro hasta Picadilly Circus, para que viesen la plaza más típica y comercial de la capital británica. Yo no me llevé la cámara, así que si queréis fotos, tendréis que mirarlas en el blog de Carranza.
Desde ahí nos dirigimos hacia Trafalgar Square, y luego hacia las Houses of Parliament, haciendo escala en un Red Lion para comer algo. Cruzamos el río por el puente de Westminster, vieron el London Eye, ese pedazo de noria gigante de la British Airways que te da unas vistas fabulosas de Londres, y seguimos andando por la orilla sur del río hasta Tower Bridge, pasando por la Tate Modern, siempre curiosa de ver, con su cafetería de la planta 7ª con unas vistas cojonudas a la catedral de St. Paul. De camino al Tower Bridge (prefiero decir esto que "Puente de la Torre", no me gustaría que un inglés llamase "Sungate" a nuestra plaza más típica...), también paramos a echar un vistazo por la desconocida y preciosa Southwark Cathedral, un templo anglicano cuya arquitectura exterior es una delicia para la vista.
Como íbamos con el tiempo pillado, decidimos no visitar ningún monumento emblemático por dentro, aunque yo recomendaría al menos subirse los 500 y pico escalones de St. Paul's y subir al Tower Bridge, que es un poco chorrada, pero no era caro y las vistas molan. Y además ves cómo hicieron el puente, que es muy curioso.
Una vez visto Tower Bridge, lo cruzamos y seguimos un pelín al este, donde están los St. Katharine Docks, unos muelles de gente con mucha pasta y un pub enorme llamado Dicken's, ideal para tomarse unas pintas y seguir camino. Camino que seguía al oeste, pasando por debajo del Tower Bridge y viendo la anexa Torre de Londres (Tower of London). De ahí, metro al coche, camino a Milton, duchazo, y derechos a Northampton, a que viesen cómo es la marcha en un típico pueblo inglés.
Y cómo va a ser, pues típica, un frío que te meas, y tías tiritando al sacar pasta, y no por sacar mucha, sino porque si voy yo solo en gayumbos ya llevaría más ropa que ellas... A las pobres les iba a dar una hipotermia, pero qué se le va a hacer, son así de perrillas, las pobres.
El sábado nos tomamos lo que quedaba de Londres con más calma, así que fuimos a ver Camden Town, ese mercadillo típico, donde se quedaron locos con la tienda de Cyberdog, y tras zamparnos unos crepes, fuimos a Buckingham Palace, la abadía de Westminster, las Houses of Parliament de nuevo con su Big Ben, que les gustó mucho de mirarlo, y luego agarramos un metro y un tren ligero (Docklands Railway) hasta "Cutty Sark for Maritime Greenwich".
Ahí tenéis el famoso barrio de Greenwich, con el archiconocido barco Cutty Sark (bueno, ahora está en restauración así que solo se puede ver el cascarón), el museo marítimo, al que nunca he ido y tengo muchas ganas, y el parque coronado por el Royal Observatory, marcando el meridiano 0 y las medidas oficiales de longitud británicas. De ahí, si vais de noche, tenéis una foto que es una auténtica pasada (cortesía de Rabanero).
También en Greenwich, en la calle que baja del parque, hay un pub típico que a mi me parece muy especial, por lo cuidado, lo acogedor, lo nada caro y el bienestar que da. No recuerdo el nombre, creo que era King's Crown, o algo así, pero si vais por ahí seguro que lo reconocéis a la primera.
Después volvimos hacia Picadilly, donde vieron su otra imagen, más famosa, la nocturna, y procedimos a salir de marcha, tras echar un vistazo a Leicester Square, Swiss Court y Chinatown. Fuimos por el Soho, al Waxy O'Connors, y cuando cerró nos fuimos a la Walkabout, en Covent Garden. Esos dos garitos me gustan bastante, el primero para empezar porque es enorme, se está bien y es curioso, y el segundo porque es una iglesia reciclada, donde suele haber rubias impresionantes que saben moverse como diosas...
A las 4am cogimos el coche y nos fuimos a Milton, al reposo del guerrero. El domingo fue de total relax, incursión al centro comercial y despedida del Rabanero y Alambres. Carranza se quedaría un día más y escribiría su propia historia, cómo no...
Pues eso fue todo, me alegré mucho de tenerles por casa, y espero que puedan volver pronto (yo de momento ya tengo el cupo de visitas cerrado hasta marzo...). ¡Espero que ellos disfrutasen con la visita como yo por recibirles!
See ya soon, mates!
lunes, 25 de diciembre de 2006
Cumpleaños
Pues sí nenes, Supercoco también cumple años. Esta vez me cayeron 29 primaveras, y lo celebré justo antes del viaje a Praga, eso sí, de una forma un tanto extraña.
Esa semana me hicieron viajar por reuniones a Madrid, y volví el jueves por la noche, así que tuve que decirles a mis amigos que organizasen y empezasen la fiesta sin mi. Eso quiere decir que cuando yo llegué, tres horas después de que empezasen, la gente ya estaba entonada, por decirlo de alguna manera, y había que recuperar...
La verdad es que para variar, mi grupo de compañeros se portó de puta madre, y me regalaron algo que no me esperaba para nada: una Playstation 2, nuevecica y con dos mandos. Hala, al vicio.
Eso sí, también hubo hueco para los cuchillos, y los muy cabrones me regalaron una lima de uñas con su respectivo esmalte, que en inglés es algo así como "nail polish". Los que sepan de mis historias estos últimos meses, sabrán de qué va eso y se partirán el pecho. Eso sí, yo también me reí, y ahí tengo el esmalte en la cocina, para verlo todos los días y acordarme de lo majetes que son mis amigos... :-)
Pues eso, ¡¡muchas gracias a todos, chavales!!
Esa semana me hicieron viajar por reuniones a Madrid, y volví el jueves por la noche, así que tuve que decirles a mis amigos que organizasen y empezasen la fiesta sin mi. Eso quiere decir que cuando yo llegué, tres horas después de que empezasen, la gente ya estaba entonada, por decirlo de alguna manera, y había que recuperar...
La verdad es que para variar, mi grupo de compañeros se portó de puta madre, y me regalaron algo que no me esperaba para nada: una Playstation 2, nuevecica y con dos mandos. Hala, al vicio.
Eso sí, también hubo hueco para los cuchillos, y los muy cabrones me regalaron una lima de uñas con su respectivo esmalte, que en inglés es algo así como "nail polish". Los que sepan de mis historias estos últimos meses, sabrán de qué va eso y se partirán el pecho. Eso sí, yo también me reí, y ahí tengo el esmalte en la cocina, para verlo todos los días y acordarme de lo majetes que son mis amigos... :-)
Pues eso, ¡¡muchas gracias a todos, chavales!!
Etiquetas: diario
miércoles, 6 de diciembre de 2006
Příští stanice: Praha!!
¡Hola de nuevo! Sigo con mis viajes por Europa, y esta vez me tocaba una ciudad que llevaba mucho tiempo queriendo visitar: Praga. Está más o menos por aquí…
Praga es una ciudad que no sorprende. Te la esperas bonita, y efectivamente, es bonita. Te esperas un idioma imposible de entender, y, efectivamente, el checo es jodido. Te esperas frío en noviembre, y, efectivamente, hace un frío que pela gambas.
El caso es que fuimos para allá un nutrido grupo de 11 energúmenos, aunque hay que decir que últimamente las Travel están bastante relajadas… Llegamos allí el viernes por la noche, y nos alojamos en el Alice Apartment House, que resultó ser una pensión, pero bastante bien puesta (todas las habitaciones con su baño, limpias, bien decoradas, pero eso sí, pequeñitas y con toallas ínfimas). Lo bueno, que nos costó 65 euros la noche, que si el último día quieres hacer el check-out hasta las 12, te cobran menos, y que te dan unos cupones de descuento del 60% para la próxima vez que vayas.
Una vez pasado el nudo cerebral inicial de ver que no era un hotel, salimos a cenar. Praga es otra ciudad europea más donde cenar a las 22:30 es casi una misión imposible. Así que acabamos en un McDonald’s castigando nuestros estómagos para no pasar hambre durante la noche.
La animación nocturna de Praga es lo único que me desencantó de la ciudad, ya que está inflada de cabarets, locales de striptease, puticlubs, y demás antros de perversión, con solo un par de discotecas que se pueden salvar. Para los amantes del house, hay una en una planta elevada de un edificio, la Duplex, y para los que disfrutan con un tipo de música más comercial, pueden ir a la Lucerna (Linterna en castellano). Yo adoro el house, pero me lo pasé como un enano en la Lucerna.
El sábado nos fuimos a visitar la ciudad tempranito, después de haber dormido poco, para variar, y como el grupo sufría de varios niveles de destrucción, nos dividimos, así que me fui con Juande, su novia y Diego a ver la ciudad. Vimos la Puerta de la Pólvora, el centro histórico, la Torre del Reloj, desde donde hay una vista cojonuda de la iglesia de Týn y la plaza de la Ciudad Vieja, aparte del resto de Praga.
Después nos dirigimos a atravesar el Puente de Carlos, que atraviesa el Moldava y durante el paseo puedes admirar bonitas esculturas a los laterales del puente. Al cruzarlo, entras en el casco histórico de la ciudad, y, avanzando un poco más, llegas al castillo, con la Catedral de San Vitus. Antes de subir al castillo, hicimos una parada en un restaurante para comer y reunificar al grupo, y de postre nos apretamos una salvajada de un cóctel que tomaba el Gran Lebowski y que está de miedo: el Ruso Blanco. Si no lo habéis probado, hacedlo, está increíble.
Por la noche salimos por el Lucerna, donde nos echamos unas risas, unos bailes, conocimos a una tía majísima que hablaba un castellano granaíno perfecto y que nos enseñó un garito para acabar la noche, que ponían buena música, y donde la mayoría del grupo acabó con un chuzo de campeonato.
El domingo, mientras éstos se iban de tiendas y arrasaron con todo lo que pudieron, yo me fui con Juande y su novia a ver el barrio judío, que fue lo que nos quedó por ver el sábado. Muy chulo el cementerio judío y la sinagoga española. Os recomiendo ver esas dos cosas, nosotros no vimos más porque ya eran demasiadas sinagogas para un día (en el barrio tenéis unas 6 ó 7 sinagogas que visitar con un ticket que vale para todas ellas.
Bueno, pues por la tarde noche acabó mi viaje checo. Praga es una ciudad bastante encantadora, con edificios impresionantes, gente por lo general agradable, cerveza muy rica, y además, tendré que volver no solo por todo esto, sino porque me he dejado allí a una amiga a la que me apetecería volver a ver… ;-)
Praga es una ciudad que no sorprende. Te la esperas bonita, y efectivamente, es bonita. Te esperas un idioma imposible de entender, y, efectivamente, el checo es jodido. Te esperas frío en noviembre, y, efectivamente, hace un frío que pela gambas.
El caso es que fuimos para allá un nutrido grupo de 11 energúmenos, aunque hay que decir que últimamente las Travel están bastante relajadas… Llegamos allí el viernes por la noche, y nos alojamos en el Alice Apartment House, que resultó ser una pensión, pero bastante bien puesta (todas las habitaciones con su baño, limpias, bien decoradas, pero eso sí, pequeñitas y con toallas ínfimas). Lo bueno, que nos costó 65 euros la noche, que si el último día quieres hacer el check-out hasta las 12, te cobran menos, y que te dan unos cupones de descuento del 60% para la próxima vez que vayas.
Una vez pasado el nudo cerebral inicial de ver que no era un hotel, salimos a cenar. Praga es otra ciudad europea más donde cenar a las 22:30 es casi una misión imposible. Así que acabamos en un McDonald’s castigando nuestros estómagos para no pasar hambre durante la noche.
La animación nocturna de Praga es lo único que me desencantó de la ciudad, ya que está inflada de cabarets, locales de striptease, puticlubs, y demás antros de perversión, con solo un par de discotecas que se pueden salvar. Para los amantes del house, hay una en una planta elevada de un edificio, la Duplex, y para los que disfrutan con un tipo de música más comercial, pueden ir a la Lucerna (Linterna en castellano). Yo adoro el house, pero me lo pasé como un enano en la Lucerna.
El sábado nos fuimos a visitar la ciudad tempranito, después de haber dormido poco, para variar, y como el grupo sufría de varios niveles de destrucción, nos dividimos, así que me fui con Juande, su novia y Diego a ver la ciudad. Vimos la Puerta de la Pólvora, el centro histórico, la Torre del Reloj, desde donde hay una vista cojonuda de la iglesia de Týn y la plaza de la Ciudad Vieja, aparte del resto de Praga.
Después nos dirigimos a atravesar el Puente de Carlos, que atraviesa el Moldava y durante el paseo puedes admirar bonitas esculturas a los laterales del puente. Al cruzarlo, entras en el casco histórico de la ciudad, y, avanzando un poco más, llegas al castillo, con la Catedral de San Vitus. Antes de subir al castillo, hicimos una parada en un restaurante para comer y reunificar al grupo, y de postre nos apretamos una salvajada de un cóctel que tomaba el Gran Lebowski y que está de miedo: el Ruso Blanco. Si no lo habéis probado, hacedlo, está increíble.
Por la noche salimos por el Lucerna, donde nos echamos unas risas, unos bailes, conocimos a una tía majísima que hablaba un castellano granaíno perfecto y que nos enseñó un garito para acabar la noche, que ponían buena música, y donde la mayoría del grupo acabó con un chuzo de campeonato.
El domingo, mientras éstos se iban de tiendas y arrasaron con todo lo que pudieron, yo me fui con Juande y su novia a ver el barrio judío, que fue lo que nos quedó por ver el sábado. Muy chulo el cementerio judío y la sinagoga española. Os recomiendo ver esas dos cosas, nosotros no vimos más porque ya eran demasiadas sinagogas para un día (en el barrio tenéis unas 6 ó 7 sinagogas que visitar con un ticket que vale para todas ellas.
Bueno, pues por la tarde noche acabó mi viaje checo. Praga es una ciudad bastante encantadora, con edificios impresionantes, gente por lo general agradable, cerveza muy rica, y además, tendré que volver no solo por todo esto, sino porque me he dejado allí a una amiga a la que me apetecería volver a ver… ;-)
Etiquetas: viajes
Segunda visita: ¡El Oso!
Sí nenes, mi colega Raúl, el Oso, estuvo visitándome por aquí a finales de noviembre con su señora esposa Gema.
Dentro de poco tiempo, creo que me podré sacar el título de guía turístico asesino de Londres. Lo de asesino, porque he conseguido comprimir en dos días lo máximo que se puede ver de esta ciudad, aunque eso sí, a costa de reventar a andar a quien quiera seguir mi ruta, jejeje.
Y así pasó, que el sábado, después de llevarles por Camdem, St. Paul's, Greenwich, Harrods, Picadilly, Leicester Square y Covent Garden, se me petaron los pobrecines. Si es que te casas y se te acaban las pilas nocturnas. O eso, o yo soy como Chimo Bayo, que se me junta el día con la noche y la noche con el día y estoy hecho un gambitero profesional.
Por cierto, que para volver a casa el sábado, no pudimos coger un puto taxi desde Covent Garden a donde teníamos el coche, allá por Kentish Town (más o menos, como de Plaza Castilla a Atocha), y tuvimos que hacer casi todo el recorrido andando. Para colmo, al salir a carretera, la M1 (autovía que lleva de Londres a Milton) estaba cortada por obras, y hubo que coger un camino alternativo. Y vaya si fue alternativo. Cabrón del GPS, nos metió por donde Jack el Destripador veraneaba, menudo rulo...
El caso es que al final llegamos, y al día siguiente Raúl y Gema se tomaron la venganza levantándome a las 10 para ir al centro comercial. Ahí el que petó fui yo. Luego cayó una siesta de las míticas, como supongo que caería por su parte en el avión mientras volvían a Madrid.
Bueno, pues espero que se lo pasasen bien. Dentro de nada, me viene una tropa de auténticos gambiteros, a ver qué tal se da...
Dentro de poco tiempo, creo que me podré sacar el título de guía turístico asesino de Londres. Lo de asesino, porque he conseguido comprimir en dos días lo máximo que se puede ver de esta ciudad, aunque eso sí, a costa de reventar a andar a quien quiera seguir mi ruta, jejeje.
Y así pasó, que el sábado, después de llevarles por Camdem, St. Paul's, Greenwich, Harrods, Picadilly, Leicester Square y Covent Garden, se me petaron los pobrecines. Si es que te casas y se te acaban las pilas nocturnas. O eso, o yo soy como Chimo Bayo, que se me junta el día con la noche y la noche con el día y estoy hecho un gambitero profesional.
Por cierto, que para volver a casa el sábado, no pudimos coger un puto taxi desde Covent Garden a donde teníamos el coche, allá por Kentish Town (más o menos, como de Plaza Castilla a Atocha), y tuvimos que hacer casi todo el recorrido andando. Para colmo, al salir a carretera, la M1 (autovía que lleva de Londres a Milton) estaba cortada por obras, y hubo que coger un camino alternativo. Y vaya si fue alternativo. Cabrón del GPS, nos metió por donde Jack el Destripador veraneaba, menudo rulo...
El caso es que al final llegamos, y al día siguiente Raúl y Gema se tomaron la venganza levantándome a las 10 para ir al centro comercial. Ahí el que petó fui yo. Luego cayó una siesta de las míticas, como supongo que caería por su parte en el avión mientras volvían a Madrid.
Bueno, pues espero que se lo pasasen bien. Dentro de nada, me viene una tropa de auténticos gambiteros, a ver qué tal se da...
An bfuil staisiun Baile Atha Cliath in aicne le!!
Joer, no veais lo que me ha costado encontrar cómo se decía "Próxima estación: Dublín" en gaélico. Es un idioma tan infernal que no hay traductores on-line de inglés a gaélico por las dificilísimas normas gramaticales. De hecho, la gente de aquí lo compara al Euskera.
Pues eso, que hace unas semanas estuve por allí, con gente del curro, una amiga de Alcalá, una chica italiana, y otra inglesa. Dublín es una ciudad bastante normalita, la verdad, aunque la zona del río está bonita. Se puede visitar haciendo turismo en un fin de semana de sobra. Por cierto, la moneda es el euro.
¿Lo mejor de Dublín? Los irlandeses. Son una gente bastante agradable, nada que ver con el carácter inglés. Los irlandeses se parecen bastante a los españoles, y si vais para allá, os tratarán por regla general bastante bien. Ahora, eso sí, los irlandeses son famosos por lo que beben, y algo de cierto debe ser cuando lo más famoso de Dublín, son, en este orden: el Temple Bar (un pub mítico), la fábrica de Guinness, y la fábrica de Jameson.
Luego tiene también otras cosas dignas de ver, como el Trinity Collage y su biblioteca, la catedral de San Patricio, y el antiguo castillo (del que ya queda bastante poco).
Como he dicho, en Irlanda hay pocas cosas que hacer aparte de beber. Y eso es lo que los lugareños hacen desde muy entrada la mañana. Y qué le vamos a hacer, ya lo reza el dicho: “donde fueres, haz lo que vieres”, así que el fin de semana fue de agarrar una castaña curiosa el viernes y no parar hasta el domingo. Por cierto, si no os gusta la cerveza, tiradle a la sidra, que entra mejor y está igual de rica. Por aquí arrasa una que se llama "Bulmer's". Muy rica...
De oferta lúdico-festiva, Dublín tiene bastante que ofrecer, aunque a las 3:00am, como es costumbre por las islas británicas, todo cierra. Zonas recomendables: Temple bar para comenzar, y Café de Sienne para cerrar la noche. Aunque el verdadero encanto radica en sentarte en un pub después de comer y dejar que las horas pasen mientras compartes alcohol y charla con unos buenos amigos.
Ah, si vais, como ya he dicho, no dejéis de visitar la fábrica de Guinness, con unas vistas preciosas de la ciudad desde el último piso, y la fábrica de Jameson, donde te hacen una visita guiada explicándote el proceso de elaboración del whisky, las diferencias con la destilación escocesa y americana, y al final, una degustación de diversos tipos de whisky para 4 voluntarios (el Powers y el Paddy, altamente recomendables).
Y hablando de la fábrica de Jameson, es el único lugar donde se puede comprar una botella de Jameson de 12 años dedicada especialmente a quien tú elijas. Y yo, por supuesto, le dediqué una a mi padre, ¡que se merece lo mejor!
Lo dicho, Dublín es una ciudad que si vais con amigos, la disfrutaréis muchísimo. Eso sí, si os dicen “Pog mo thorn”, partidle la cara al que os lo diga, que significa “Bésame el culo”.
Pues eso, que hace unas semanas estuve por allí, con gente del curro, una amiga de Alcalá, una chica italiana, y otra inglesa. Dublín es una ciudad bastante normalita, la verdad, aunque la zona del río está bonita. Se puede visitar haciendo turismo en un fin de semana de sobra. Por cierto, la moneda es el euro.
¿Lo mejor de Dublín? Los irlandeses. Son una gente bastante agradable, nada que ver con el carácter inglés. Los irlandeses se parecen bastante a los españoles, y si vais para allá, os tratarán por regla general bastante bien. Ahora, eso sí, los irlandeses son famosos por lo que beben, y algo de cierto debe ser cuando lo más famoso de Dublín, son, en este orden: el Temple Bar (un pub mítico), la fábrica de Guinness, y la fábrica de Jameson.
Luego tiene también otras cosas dignas de ver, como el Trinity Collage y su biblioteca, la catedral de San Patricio, y el antiguo castillo (del que ya queda bastante poco).
Como he dicho, en Irlanda hay pocas cosas que hacer aparte de beber. Y eso es lo que los lugareños hacen desde muy entrada la mañana. Y qué le vamos a hacer, ya lo reza el dicho: “donde fueres, haz lo que vieres”, así que el fin de semana fue de agarrar una castaña curiosa el viernes y no parar hasta el domingo. Por cierto, si no os gusta la cerveza, tiradle a la sidra, que entra mejor y está igual de rica. Por aquí arrasa una que se llama "Bulmer's". Muy rica...
De oferta lúdico-festiva, Dublín tiene bastante que ofrecer, aunque a las 3:00am, como es costumbre por las islas británicas, todo cierra. Zonas recomendables: Temple bar para comenzar, y Café de Sienne para cerrar la noche. Aunque el verdadero encanto radica en sentarte en un pub después de comer y dejar que las horas pasen mientras compartes alcohol y charla con unos buenos amigos.
Ah, si vais, como ya he dicho, no dejéis de visitar la fábrica de Guinness, con unas vistas preciosas de la ciudad desde el último piso, y la fábrica de Jameson, donde te hacen una visita guiada explicándote el proceso de elaboración del whisky, las diferencias con la destilación escocesa y americana, y al final, una degustación de diversos tipos de whisky para 4 voluntarios (el Powers y el Paddy, altamente recomendables).
Y hablando de la fábrica de Jameson, es el único lugar donde se puede comprar una botella de Jameson de 12 años dedicada especialmente a quien tú elijas. Y yo, por supuesto, le dediqué una a mi padre, ¡que se merece lo mejor!
Lo dicho, Dublín es una ciudad que si vais con amigos, la disfrutaréis muchísimo. Eso sí, si os dicen “Pog mo thorn”, partidle la cara al que os lo diga, que significa “Bésame el culo”.
Etiquetas: viajes