jueves, 1 de febrero de 2007
Variando un poco
Pues eso, que voy a escribir algo para escapar de la rutina. Este blog lo creé a modo de diario para que todos viéseis cómo es vivir en un país extranjero, las cosas chocantes que te puedes encontrar, las diferencias con nuestra cultura bizarra, etc.
Sin embargo, las últimas veces que alguien me ha contado que ha visitado mi blog, la pregunta siempre fue la misma: "¿y ahora, a qué país te vas?". La verdad, es que es cierto que esto se estaba convirtiendo en un diario de mis viajes, más que de mi vida aquí.
Reflexionando un poco, he llegado a la conclusión de que ya me parece todo tan súmamente normal, que el único hecho que me hace romper la rutina es el irme a otro país un fin de semana (algo que nunca podré agradecer lo suficiente a mi empresa por darme esta oportunidad), e incluso eso ya no me empieza a parecer chocante, por pedante que pueda sonar.
Antes de comenzar este proyecto, viajar al extranjero era una experiencia tan gratificante que me podía tirar semanas hablando de un viaje. Ojo, ahora me sigue pareciendo gratificante, pero ya no busco en un viaje la novedad de ver un sitio nuevo, una cultura distinta, o una forma de evadirme de la rutina. Ha llegado un momento en el que lo que busco en los viajes es ir con la gente con la que realmente se consigue que ese viaje sea especial, pero el lugar en sí ya no es la prioridad número 1 (bueno, cuando se acerque el verano, ese "todo-incluido" en Malta sí lo será, jejeje).
El caso es que el otro día, una cosa tan súmamente gilipollesca como una nevada, me hizo empezar el día con bastante ilusión. Por ahí os he puesto un par de fotos de cómo quedó mi casa, y de Diego y Borja, mis compañeros de casa, quitando la nieve del coche antes de ir a currar. Ah! esa es otra! Nos compramos un coche inglés. Cago'n tó, se me olvidó ponéroslo...
El coche es un Peugeot 306, 1.400cc, del 98. Tiene 150.000 kilómetros, es una jartá, pero necesitábamos el carro para movernos por aquí, y la verdad es que en una ciudad como esta, te da la vida. Eso sí, el color es una mariconada de la hostia. Qué se le va a hacer, antes perteneció a una tía... Por cierto, el seguro e una clavada. 500 pounds a terceros. Teniendo en cuenta que eso es lo que me cuesta el seguro a todo riesgo de mi Corollita comprado nuevo en España, yo diría que es un poco caro, no sé vosotros...
Así que volviendo al tema principal del artículo, en esas estamos, es la primera vez en casi un año que llevo ya aquí que veo Milton Keynes nevado. Y mola.
Sin embargo, las últimas veces que alguien me ha contado que ha visitado mi blog, la pregunta siempre fue la misma: "¿y ahora, a qué país te vas?". La verdad, es que es cierto que esto se estaba convirtiendo en un diario de mis viajes, más que de mi vida aquí.
Reflexionando un poco, he llegado a la conclusión de que ya me parece todo tan súmamente normal, que el único hecho que me hace romper la rutina es el irme a otro país un fin de semana (algo que nunca podré agradecer lo suficiente a mi empresa por darme esta oportunidad), e incluso eso ya no me empieza a parecer chocante, por pedante que pueda sonar.
Antes de comenzar este proyecto, viajar al extranjero era una experiencia tan gratificante que me podía tirar semanas hablando de un viaje. Ojo, ahora me sigue pareciendo gratificante, pero ya no busco en un viaje la novedad de ver un sitio nuevo, una cultura distinta, o una forma de evadirme de la rutina. Ha llegado un momento en el que lo que busco en los viajes es ir con la gente con la que realmente se consigue que ese viaje sea especial, pero el lugar en sí ya no es la prioridad número 1 (bueno, cuando se acerque el verano, ese "todo-incluido" en Malta sí lo será, jejeje).
El caso es que el otro día, una cosa tan súmamente gilipollesca como una nevada, me hizo empezar el día con bastante ilusión. Por ahí os he puesto un par de fotos de cómo quedó mi casa, y de Diego y Borja, mis compañeros de casa, quitando la nieve del coche antes de ir a currar. Ah! esa es otra! Nos compramos un coche inglés. Cago'n tó, se me olvidó ponéroslo...
El coche es un Peugeot 306, 1.400cc, del 98. Tiene 150.000 kilómetros, es una jartá, pero necesitábamos el carro para movernos por aquí, y la verdad es que en una ciudad como esta, te da la vida. Eso sí, el color es una mariconada de la hostia. Qué se le va a hacer, antes perteneció a una tía... Por cierto, el seguro e una clavada. 500 pounds a terceros. Teniendo en cuenta que eso es lo que me cuesta el seguro a todo riesgo de mi Corollita comprado nuevo en España, yo diría que es un poco caro, no sé vosotros...
Así que volviendo al tema principal del artículo, en esas estamos, es la primera vez en casi un año que llevo ya aquí que veo Milton Keynes nevado. Y mola.
Etiquetas: diario